Introducción
Resulta evidente que con el actual ritmo de
crecimiento demográfico, a pesar de la disminución en los últimos años de la
tasa de crecimiento, continuamos creciendo año tras año a una velocidad que
podría llegar a duplicar la población humana mundial antes de mediados del
siguiente siglo. La actual utilización de los recursos naturales y del medio
ambiente supone una disminución del potencial de estos recursos para las
generaciones futuras [Xercavins
i Valls, 1996].
Fenómenos como pueden ser el cambio climático y la acentuación del deterioro de
la capa de ozono, la aparición de la lluvia ácida, la deforestación o la
pérdida de biodiversidad, están causadas por las actividades económicas que
tienen lugar actualmente.
Es
un error habitual atribuir exclusivamente a la industria y a los sistemas de
transporte, especialmente el automóvil, el origen principal de la
contaminación.
El
entorno construido, donde pasamos más del 90% de la nuestra vida, es en gran
medida culpable de dicha contaminación.
Los
edificios consumen entre el 20 y el 50% de los recursos físicos según su
entorno, teniendo especial responsabilidad en el actual deterioro del medio
ambiente la ampliación del parque construido.
Dentro
de las actividades industriales la actividad constructora es la mayor
consumidora, junto con la industria asociada, de recursos naturales como pueden
ser madera, minerales, agua y energía. Asimismo, los edificios, una vez
construidos, continúan siendo una causa directa de contaminación por las
emisiones que se producen en los mismos o el impacto sobre el territorio,
creando un ambiente físico alienante, y una fuente indirecta por el consumo de
energía y agua necesarios para su funcionamiento.
La
construcción de los edificios comporta unos impactos ambientales que incluyen la
utilización de materiales que provienen de recursos naturales, la utilización
de grandes cantidades de energía tanto en lo que atiende a su construcción como
a lo largo de su vida y el impacto ocasionado en el emplazamiento. El material
fuertemente manipulado y que ha sufrido un proceso de fabricación utilizado en
el campo de la construcción tiene unos efectos medioambientales muy
importantes, con un contenido muy intensivo en energía.
No
se pueden olvidar los costes ecológicos que suponen tanto la extracción de los
recursos minerales (canteras, minas, etc.) como la deposición de los residuos
originados, que abarcan desde las emisiones tóxicas al envenenamiento de las
aguas subterráneas por parte de los vertedores. La construcción y el derribo de
los edificios originan una gran cantidad de residuos.
El
reciclaje y la reutilización de los residuos de demolición y de los residuos
originados en la construcción es una solución que acabará parcialmente con el
importante impacto ambiental que tiene su origen en el vertido y la
incineración.
Muchos
edificios modernos crean atmósferas interiores insalubres y/o peligrosas para
sus ocupantes, y en una parte significativa de los edificios nuevos o
rehabilitados aparece el denominado "síndrome del edificio enfermo".
Los nuevos edificios herméticos con climatización controlada retienen
compuestos orgánicos volátiles (COV) que pueden llegar a unas concentraciones
centenares de veces más altas que en el exterior.
La
aplicación de los criterios de sostenibilidad y de una utilización racional de
los recursos naturales disponibles en la construcción requerirá realizar unos
cambios importantes en los valores que ésta tiene como cultura propia. Estos
criterios o, más correctamente, principios de sostenibilidad llevarán hacia una
conservación de los recursos naturales, una maximización en la reutilización de
los recursos, una gestión del ciclo de vida, así como reducciones de la energía
utilizada.
Múltiples
son las actuaciones políticas que sobre este tema se han llevado a cabo, tanto
a nivel nacional como internacional, así en los 15 puntos de que consta la
Redacción de Berlín, salida de la conferencia de Berlín sobre el Desarrollo
Urbano Sostenible, celebrada en aquella ciudad del 19 al 21 de Marzo de 1996,
se hace especial hincapié en los temas que abarca el presente trabajo.
La
argumentación española en la 1. Conferencia Europea de Ministros sobre Política
de Vivienda Sostenible, celebrada en Copenhague los días 22 y 23 de Abril de
1996, se fundamentó en: "la necesidad de recuperar el concepto de
ciudad próspera y cohesionada de forma que mejorando su integración en el
territorio y el medio natural se reduzca su impacto ambiental".
Por
tanto debe aproximarse la regeneración urbana y por ello favorecer la
reutilización del parque de viviendas existente, y con ello mejorar su
eficiencia energética y medioambiental. Se debe también considerar la vivienda,
no como un elemento aislado, sino intrínsecamente inseparable de su entorno e
interrelacionada con la política de suelo, en el marco de la construcción de la
ciudad.